En el fin de semana
salieron en el Espectador dos columnas de dos analistas muy serios y
reconocidos, uno costeño, Adolfo Meisel y otro paisa, Alejandro Gaviria,
planteando unas tesis sobre el mototaxismo muy interesantes por lo distintas.
Por ser uno de los temas más candentes, sobretodo en la Región Caribe, vale
la pena recoger sus apreciaciones y compararlas con las medidas que se han
tomado, sobretodo en Barranquilla. El Alcalde Char prendió la ciudad con su
reglamentación a este medio de transporte, que si no estoy mal, lo sacó de
las zonas "elegantes". Lo interesante fue que la respuesta de la
gente del Prado, barrio de caché con sus diversos nombres, es que había sido
positiva la medida porque los atracos se habían disminuido. Es decir, el
mototaxismo es un serio problema que hay que acabar o reducir a su mínima
expresión. Esto por lo menos es lo que se deduce de actuaciones como las del
Alcalde de Barranquilla.
Meisel tiene razón al
afirmar que sobre el mototaxismo se destacan son las cosas malas y no las
buenas, después de explicar razones como la reducción del precio de las motos
en el país. Dadas las limitaciones inmensas que tiene el transporte público
en Colombia, este medio le "brindó a las personas de menores ingresos,
una forma de transporte rápido, barato y flexible." Y tiene razón
al afirmar que la mayoría de los moto taxistas, así como sus usuarios, son de
estrato uno y dos. En esa misma línea Alejandro Gaviria habla de la
sustitución del burro por la moto lo que ha sometido a estos animales a la
marginalización y al olvido. Llama esto un cambio tecnológico que está
sucediendo "en Bolívar, en toda la Región Caribe, en las zonas cafeteras
y en buena parte del oriente del país. Muy divertido dice que "hay que
cambiarle el uniforme a Juan Valdez: en vez de mula, moto; en vez de
sombrero aguadeño, casco duro; el poncho por un chaleco luminosos". Como
buen economista, también aduce argumentos económicos para explicar esta
"revolución ruidosa," como la denomina.
Las cifras son
impresionantes: más de 3 millones de personas viven de las motos en Colombia;
un estudio del Banco de la República que sin duda hizo Meisel y cita Gaviria,
en Sincelejo el 43% de la población económicamente activa, vive de empleos
asociados a esta actividad. O sea, se frena el mototaxismo y se quiebra casi
la mitad de los sincelejanos. Por ello, los dos autores dejan entrever la
conclusión de que es un absurdo tratar de acabar esta actividad. Todo lo
contrario de lo que hasta ahora han dicho los alcaldes.
Pero volviendo a la pregunta,
si esto es pobreza o progreso, lo que se concluye de estas dos columnas es
que ambas realidades son verdad. Y la conclusión más interesante, explícita
en Meisel e implícita en Gaviria, es que el problema del rechazo al
mototaxismo no es por los obvios problemas que trae -accidentes, ruido y
ecologismo clasista- sino que este país está pensando en un modelo de
desarrollo que no responde a la realidad de Colombia llena de pobres. Pensar
que la modernización se va a dar cuando todos los 46 millones de colombianos
tengan carro, a lo gringo, es desconocer las limitaciones de este país. La
verdad es que debemos empezar a acostumbrarnos a que en el particular modelo
de Colombia, el mototaxismo cumple una función económica y social, y que es
absurdo tratar de acabarlo a las patadas. Lo que se requiere, como siempre,
es regularlo.
MOTOTAXISMO EN
BARRANQUILLA
La Arenosa es, en estos momentos,
la primera ciudad en la Costa Caribe, quizás en el país, que ha logrado
frenar el problema del moto taxismo en sus calles.

En menos de tres meses el Distrito puso orden al caos que reinaba en las
calles, generado por los casi 20.000 moto taxistas.
El secretario de Movilidad, Jaime Pumarejo, dijo que le llevó tres años
analizar en detalle este problema, y hoy asegura que en el 70 por ciento de
la ciudad la situación está controlada.
"En la ciudad rodaban más de 30.000 motos registradas, con una población
flotante de más de 15.000; es decir, que venían de otros municipios",
indicó el funcionario al explicar que un gran número de moto
taxistas llegaban de los pueblos del área metropolitana a
rebuscarse en sus motos en la ciudad.
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